Descubriendo a Benjamín Romeo, fundador y enólogo de Bodega Contador
No todo el mundo puede presumir de conseguir 100 puntos Parker (la máxima puntuación del estadounidense Robert Parker). Y mucho menos en dos temporadas consecutivas. Sin embargo, Benjamin Romeo no se jacta de ello. Y es que, aunque sus vinos Contador 2004 y Contador 2005 le han convertido en un icono de la elaboración en su ciudad natal, San Vicente de la Sonsierra, en La Rioja Alta, lo cierto es que, si en algo le han ayudado tales reconocimientos, la fama internacional , es reivindicar sus orígenes. Vinos potentes, creativos y singulares que traducen un profundo amor por su tierra y que le posicionan como un enólogo con un estilo tradicional, pero a la vez lleno de originalidad. Tenemos suerte de que nos haya podido dedicar este espacio…
– Perteneces a una larga estirpe de viticultores, ¿quién ha sido tu principal mentor en la elaboración de tus vinos? ¿Qué recuerdos te llevas de él?El amor por la viña viene tanto por parte de mi madre como de mi padre, pero si hay alguien que me marcó, fue mi padre. Un hombre bueno, inteligente y valiente que en la posguerra, cuando nada se ganaba en la viña, optó por seguir haciendo lo que le gustaba y comprar los terrenos colindantes a unos vecinos que iban a la ciudad. Un hombre de origen humilde que me enseñó a amar la viña y que siempre me dijo que si sabía aprovechar los conocimientos y los recursos, estaba en mis manos llegar lejos.
– Estudiaste en la Escuela de la Vid de Madrid. Desde entonces, ¿crees que el mundo del vino ha cambiado mucho? ¿Para bien o para mal?En general, ha cambiado para mejor. La verdad es que cuando empecé a estudiar tuve suerte porque coincidió con el paso del colegio a la universidad. El centro y, sobre todo, los profesores fueron magistrales. Tuvimos a nuestra disposición todas las variedades de uva españolas y algunas francesas en Casa de Campo; teníamos una bodega, un laboratorio, una fábrica de alcohol y hasta una fábrica de vinagre. Todos los recursos que necesitas para aprender bien de principio a fin. Es a partir de este momento que comienzan a aparecer las primeras promociones de elaborados bodegueros. Profesionales conocedores que, con la ayuda de la buena técnica, consolidaron las bases de lo que es hoy el vino de calidad en España.
– Tras acabar tus estudios, regresas a tu Rioja natal y te contrata una bodega de Laguardia, la que sería una de las grandes bodegas de Rioja: Artadi. ¿Qué significó para ti trabajar allí durante 15 años?De hecho, cuando acabé de estudiar mi plan era ir a Burdeos para seguir aprendiendo. Sin embargo, tenía pendiente el servicio militar y para no tener que abandonar el internado a la mitad, decidí terminar el servicio militar primero. Cuando estaba a punto de colgar el uniforme me surgió la opción de unirme a Artadi y así me embarqué en el proyecto. De esa época me llevo mucha experiencia y sobre todo saber ser fiel a mis ideas. De hecho, fuimos unos transgresores que nos atrevimos a romper con lo establecido. En esos años (fines de los 80 y principios de los 90), se le daba mucho valor al trabajo de “bata blanca”. Sin embargo, reclamamos trabajo en la viña. Además, empezamos a hacer vinos sin tantas variedades de uva blanca, con más taninos, con más estructura… Teníamos una forma de trabajar que no se parecía en nada a lo que se había hecho hasta ahora y, al principio, la gente no entenderlo y nos trató como a tontos. Pero la gran aceptación que lograron nuestros primeros vinos terminó por darnos la razón.
– En 1999 decidiste dedicarte de lleno a tu proyecto personal en una cueva centenaria bajo el castillo de San Vicente de la Sonsierra. Ahora que puedes mirar hacia atrás, ¿cuál es la parte más satisfactoria y desafiante de embarcarte en esta hazaña? Empecé con mi proyecto personal cuando sentí la necesidad de hacer mis vinos con total libertad. Mi objetivo es conseguir la máxima expresión de la tierra y, para ello, es imposible que las decisiones en el viñedo o en la bodega queden pendientes de un grupo de accionistas, cuya prioridad es la cuenta de resultados. Empecé de cero mientras aún trabajaba en Artadi. No me escondí de eso. Juan Carlos, de Artadi, lo sabía e incluso me animó a probarlo. Aunque no tenía nada de derecho, porque ser emprendedor es toda una aventura, tenía la técnica, el conocimiento y la viña de mi padre. Y eso me dio una base sólida. Aunque mi forma de hacer las cosas no fue bien vista al principio, mis vinos ganaron aceptación rápidamente. Puedo decir que el componente de la suerte ayuda. Pero la suerte no viene sola. Tras ella quedan horas y horas de trabajo y dedicación.
– Pones como nombre a tu proyecto personal Bodega Contador. ¿De dónde viene ese nombre?Cuando hice mi primer vino, en 1995, compré una de las bodegas del castillo de mi ciudad. Son cuevas donde se guardan vinos desde el siglo XIII para su correcta conservación. Mantienen la misma temperatura todo el año. Pero para llegar allí, antiguamente, el vino se transportaba en pieles de cabra. Como cada odre era diferente y la fuerza de cada persona que lo llevaba era diferente, en la entrada de la cueva había alguien encargado de calcular el peso de cada odre y decidir en qué cuba iría el vino. Era una economía familiar que, a través de estos cálculos, podía predecir las ganancias anuales. Asimismo, tras vender el vino, lo pesaban de nuevo por posibles pérdidas antes de llevárselo al comprador. La sala donde se encontraba la persona encargada de contar el vino a la entrada de la cueva se llama balcón. El nombre de la bodega pretende ser un homenaje a esta forma de hacer las cosas, tan real, tan tradicional y tan propia de nuestra tierra.
– Con su primera creación, Contador, por primera vez, un vino español recibió 100 Puntos Parker dos años seguidos. ¿Qué significó este reconocimiento para usted y su bodega?Aunque Parker ya había probado mi primera cosecha en 1999, en ese momento solo tenía 95 botellas en los EE. UU., por lo que, si bien le gustaba mucho el vino, no tenía sentido evaluarlo. Al año siguiente me invitó a realizar, sin embargo, un ataque de moho en la vid me impidió acudir a la cata. Aunque los organizadores no entendían cómo había podido rechazar la invitación, el propio Parker me confesó años después que, al enterarse de lo sucedido, sintió admiración por anteponer el trabajo al reconocimiento. En 2004 y 2005 alcanzamos los 100 puntos Parker. Sin embargo, debo decir que no hubo un antes y un después. Ahora, desde la perspectiva, veo que no obtuve el beneficio que habría obtenido ahora. Yo era muy joven y lo que sentí que tenía que hacer era compartir el éxito con los distribuidores que me habían apoyado hasta ese momento, en lugar de intentar abrir nuevos mercados. Claro que hoy lo hubiera hecho diferente, supongo que hubiera disfrutado más del arrecife, pero en ese momento era lo que quería hacer.
– De la necesidad de lanzarse continuamente a nuevos retos nace Qué bonito cacareaba, un vino blanco elaborado a partir de viñas viejas de Garnacha Blanca, Malvasía y Viura, con una crianza de 8 meses en barrica. ¿Cree que es un buen momento para que los vinos blancos de Rioja ganen protagonismo?Creo que es un buen momento para reivindicar un trabajo de calidad tanto para los vinos tintos como para los blancos. Cuando lancé el primer vino blanco elaborado en Rioja con esta filosofía, el Consejo Regulador dio subvenciones para poner en marcha las viñas blancas. Durante mucho tiempo se plantaron muchas vides y la uva creció opaca y de baja calidad. Sin embargo, contaba con algunas viñas viejas de preciosas variedades blancas que pedían a gritos una producción de calidad. Así fue como lancé mi primer vino blanco “El conta de gallocanta”. Un vino al que tuvimos que cambiarle el nombre cuando en 2004 la bodega californiana Gallo amenazó con demandarnos por la patente de la marca. Por eso tuvimos que cambiarle el nombre. Así que, aunque ya no cantó el gallo, “qué bonito cantó”.
– Tu vino Predicador tiene un nombre e imagen muy potente. ¿De dónde surge la idea?Todas mis etiquetas de vino son creadas por mí. Me lo tomo muy en serio porque soy de la opinión de que cuando haces un vino hay que concebirlo en su totalidad. Después de producir vinos importantes, me di cuenta de que la bodega necesitaba un vino más democrático, más fácil de ingresar al mercado. Por eso, inspirado en la película “The Pale Rider”, donde Clint Eastwood interpreta a un predicador justiciero, lanzo el vino Preacher con la imagen del sombrero que lleva el actor en la película. Para ello tuvimos que pedir permiso al propio actor, que muy amablemente cedió los derechos, a cambio de poder probar una botella de cada añada. Así es como le envío una magnum por Navidad todos los años. Una anécdota divertida que incluso aparece en su biografía.
– Ya está escrito que San Vicente es el municipio con más puntos ‘Parker’ por habitante de España, ¿qué tiene San Vicente que no tenga ningún otro lugar?No sé si es cierto, pero lo cierto es que Bodega Contador es la bodega española que más puntos Parker acumula. Ganar 100 Puntos Parker es muy gratificante, pero no solo depende de usted. Hay muchas variantes subjetivas que te llevarán a sacar 100, 98 o 94 aunque tengas un vino de 100. Pero lo importante es estar siempre arriba, añada tras añada. Lo que ocurre en San Vicente es que tiene el fuero y complejo más largo de todo La Rioja, con altitudes, suelos y orientaciones muy variadas. Esto da riqueza maravillosa y todos quieren participar en el bien.
– Rioja es una y grande, pero al mismo tiempo tiene una infinidad de zonas, municipios y solares muy diferentes entre sí. ¿Crees que esta diferenciación es importante?Todo no es lo mismo. De eso estoy seguro. Incluso dentro del propio San Vicente. Si bien hay un nivel, no todos funcionan igual. Sé que esta no es una tarea fácil, pero creo que el modelo existente debe renovarse y que, si se hace bien, beneficiará a toda la denominación. Hoy en día, cuando viajas al extranjero, te das cuenta de que el 80% de los vinos que aparecen en la carta son franceses. La exigente clasificación de Burdeos se ganó un sello de calidad que benefició a toda la región. La clasificación en subdenominaciones en Rioja nos permitiría posicionarnos entre los mejores a nivel internacional.
– Crianza, Reserva y Gran Reserva… El debate existente entre las ventajas y desventajas de los vinos de Rioja es sin duda un tema de gran actualidad para las bodegas de la DOCa. La Rioja. ¿Cual es tu posicion?En ningún lugar del mundo, más que en Rioja y Ribera de Duero (que copiaron el modelo riojano) existe esta clasificación. Debe haber una razón. En su momento funcionó porque las bodegas destinaban sus mejores uvas para la elaboración de los Grandes Reservas y las uvas más sencillas para los más jóvenes. Pero desde entonces, el mundo del vino ha cambiado mucho y no podemos comparar tiempo de crianza con calidad. No tiene sentido.
– Rioja es tu casa, pero ¿tienes algún proyecto activo o en mente en otra región? ¿Dónde te gustaría probar suerte?He estado haciendo algunas cosas fuera de casa y me han invitado a participar en muchos proyectos alrededor del mundo. Sin embargo, después de 36 cosechas me di cuenta de que si quieres hacer algo grande, tienes que estar en el sitio todo el tiempo. No puedo tomar el proyecto a la distancia, necesito sentir el viñedo para desarrollarlo al máximo. Ahora, por ejemplo, estoy iniciando un nuevo proyecto con viñedos ubicados a 700 metros de altitud pero en mi tierra, en San Vicente.
– Sabemos que tu pasión es el vino. Sin embargo, ¿hay alguna otra afición que puedas compaginar con la bodega y tu tiempo libre?Me gusta disfrutar de mi hijo, mi hija y mi esposa… Mi familia. También me gustan mucho los coches. Pero la verdad es que en mi tiempo libre no tengo muchas pretensiones, lo que me hace feliz es disfrutar de las cosas simples de la vida.
– Ahora, para terminar, ¿podrías hablarnos del vino que más te ha sorprendido últimamente?Los vinos que más me gustan son los que son realmente buenos. Los que son especiales. Afortunadamente, en muchas partes del mundo se elaboran grandes vinos. Me gusta comprar y descubrir.